Por: Carlos Esteve.
La Filosofía Gestalt debe surgir ante los cambios de valores que estamos viviendo cada día, causados por la globalización, la cual al tratar de concebir la realidad inmediata como una sociedad planetaria, más allá de fronteras, barreras arancelarias, diferencias étnicas, credos religiosos, ideologías políticas y condiciones socio-económicas o culturales diferentes; produce, en el ser humano, una desvirtualización y desindividualización, que repercuten en una pérdida del sentido de la vida y un sentimiento de vacío.
Muchos de los problemas filosóficos poseen un carácter general que sobrepasa el marco histórico y social en el que han surgido, por ejemplo ¿Quién soy?, ¿De dónde vengo? Y ¿A dónde voy?; así mismo han existido problemas que han tenido peculiaridades pertenecientes a fenómenos estáticos de alguna época en particular por ejemplo: La desvirtualización y la desindividualización del ser humano, que desde mi punto de vista es un problema que surge desde la revolución industrial manteniéndose e incrementándose hasta nuestros días. Sin embargo parece que los problemas filosóficos, sean atemporales o estáticos tienen un origen que nos remite a uno de tantos problemas filosóficos que se ha mantenido durante toda la historia de la filosofía:
Por lo tanto, ¿qué es el ser humano? Esta pregunta, al ser atemporal, pertenece a todas las doctrinas filosóficas, incluso ahora a la Filosofía Gestalt.
Esto me lleva a retomar a Sócrates, quien pasó la mayor parte de su vida en los mercados y plazas públicas de Atenas, iniciando diálogos y discusiones con todo aquel que quisiera escucharle, y a quienes solía responder mediante preguntas. Creó así un método denominado mayéutica, por el que lograba que sus interlocutores descubrieran la verdad a partir de ellos mismos. Puntualizó que la humanidad se encuentra ante una serie de preguntas importantes a las que no encontramos fácilmente buenas respuestas. Existen por lo tanto dos posibilidades: podemos engañarnos a nosotros mismos y al resto del mundo, fingiendo que sabemos todo lo que merece la pena saber, o podemos cerrar los ojos a las preguntas primordiales y renunciar, de una vez por todas, a conseguir más conocimiento.
Esta pregunta –¿qué es el ser humano?– es tan antigua como la filogenética misma del ser humano porque somos los únicos seres que preguntamos y buscamos desde nuestro instinto epistemofílico todas las causas y todos los efectos. Preguntamos porque deseamos saber. Este hecho cotidiano, –preguntar– es tan propio del ser humano que lo distingue, entre otras cosas, de todo lo demás. El ser humano “es” pregunta. Pero preguntarnos no sólo tiene que ver con el hecho de querer saber, sino de darse cuenta, –el hombre pregunta porque no sabe, sabe que no sabe–, y tiene deseo de saber –quiere saber porque no sabe–; esto implica una serie de procesos que culminan en la conciencia, por otro tanto, es menester señalar que el ser humano no sólo se pregunta, sino también es consciente. Desde mi punto de vista son estas dos condiciones las que determinan en gran medida “lo humano”.
Si el ser humano tiene la capacidad de preguntarse y tiene la capacidad de la conciencia, entonces también tendrá la capacidad de reinventar su realidad, de manipular su ambiente, porque es conciente de él. El ser humano modifica su realidad con el lenguaje, por ejemplo, cuando tiene el poder de nombrar las cosas, porque posee la capacidad de elaborar códigos que sirvan de enlace entre él y la realidad, y al mismo tiempo es conciente de todo este proceso.
Por consiguiente, intento describir al ser humano como “un ente que tiene la potencialidad y la actualidad de ser sin dejar de ser, en esencia, lo que es”. Una semilla, por ejemplo, es un árbol en potencia, pero no es un árbol, es en potencia un árbol, pero en acto es una semilla. Un ser humano en acto puede ser un estudiante, pero en potencia puede ser lo que éste quiera ser, y seguirá siendo un ser humano. Un objeto no tiene la capacidad de cambiar su actualidad o su potencialidad de ser, una mesa no puede ser nada más que una mesa; no obstante el ser humano, puede llegar a ser todo lo que él se proponga y esto no significa que deja de ser humano.
Así mismo el Ser Humano tiene la capacidad de atribuirles un significado a todos los objetos debido a que el sujeto realiza representaciones objetales en la consciencia.
Bajo esta premisa, cabe la posibilidad de que surja una complicación, la cual consiste en dar un juicio de valor a cada uno de los fenómenos que surgen perdiendo de vista lo obvio. Por consiguiente una labor de la Filosofía Gestalt consistiría en fomentar la epojé para que el ser humano se dé cuenta que la vida “es”.
La realidad depende del contexto de cada individuo, ya que la persona tiene que aprehender la realidad y percibirla por medio del fondo y la figura que surge dependiendo la necesidad más apremiante.
Para la filosofía, una figura elemental radica en la pregunta ¿qué hago aquí? El ser humano intenta darle un significado a su vida y ante la incapacidad de hacerlo surge angustia, debido a que somos los únicos seres que tenemos conciencia de nuestra existencia y el fin de la misma.
Parte natural de la vida, es la muerte, no es posible la existencia de una sin la otra, y esto lo sabe el ser humano. Parecería, entonces, que no tendría sentido la vida, pues ésta inminentemente terminará en la muerte, sin embargo, no nos encontramos suicidios masivos en un intento de enfrentar con antelación lo irremediable del destino, ¿qué es, pues, aquello que ata al ser humano a su realidad mientras conserva su vida?: la respuesta es la búsqueda de su trascendencia.
Algunas personas pueden buscar su trascendencia grabando su nombre sobre una roca y esto daría una concepción diferente a todos los grafitis pintados en los muros; otros depositan su trascendencia sobre sus hijos y esto también explicaría porque en nuestra cultura el deceso de un hijo es la peor muerte que alguien puede experimentar y más aún si es el hijo varón. En otras culturas como la oriental incluso existe el dicho de “siembra un árbol, escribe un libro y ten un hijo”.
Pero en esto no hay recetas, a cada quien le corresponde buscar su forma de trascendencia, aunque lo complicado es lograrlo ante esta desindividualización que existe en la sociedad.
Por deducción, otra tarea de la Filosofía Gestalt residiría en fomentar que cada individuo encuentre su propia forma de trascender, sea cual fuere, respetando que cada uno es igual y diferente a uno. El camino que cada persona decida, será el correcto siempre y cuando su sentir, pensar y actuar sean coherentes y congruentes contemplando el sentido común.
Delimito el concepto de “sentido común” como un sinónimo del “imperativo categórico” el cual es un término acuñado por el filósofo alemán Immanuel Kant para designar una norma que considera incondicional, necesaria y absoluta, y que debe ser el fundamento racional de toda conducta ética y radica en que las opciones morales sólo son válidas si pueden ser adoptadas por todos y en todo momento.
Para alcanzar la meta anteriormente planteada –buscar la trascendencia del ser–, también se necesita estimular la aceptación de lo que se “es” y de la realidad. Admitir las partes escindidas que se tienden a proyectar sobre otros objetos, el asimilar o desechar los introyectos adquiridos y el permitirse fluir libremente sin empujar el río, aunque actuando en consecuencia de lo que quiero alcanzar.
Esto es trabajo de la Filosofía Gestalt, sin embargo no es tarea sencilla, pues las personas se encuentran desensibilizadas, alejadas de sus propias emociones, de sus emociones básicas –alegría, miedo, enojo y tristeza– y esto impide que el ser humano busque su trascendencia natural. Cualquiera se puede enojar, pero no cualquiera puede hacerlo en el momento adecuado, con la persona adecuada, con la intención adecuada, en el lugar adecuado y en el tiempo adecuado.
Las emociones básicas son parte natural, vital e imprescindible del ser humano, por lo tanto no deberían de ser evaluadas o calificadas, sin embargo la sociedad fomenta la represión de estas cuatro emociones. Quizá las frases como: “los hombres no lloran”, “el que se enoja pierde”, “no tengas miedo, no pasa nada” o “no te rías así, pareces estúpido” sirvan para sostener los argumentos antes planteados.
Considero que el ser humano debe de ser contemplado de forma holística no obstante esta tarea se dificulta ya que el mismo ser humano tiende a escindir el cuerpo de la mente y las emociones de sus actos, incluso la sociedad en general pide todo el tiempo que el sujeto se escinda: “tu casa es tu casa, tu trabajo tu trabajo”.
La desvirtualización, la desindividualización, la identidad filogenética y ontogenética, la consciencia, la trascendencia, el contacto con las emociones y la escisión de los objetos –externos e internos– son tópicos que hemos mencionado aquí como parte del trabajo de la Filosofía Gestalt, pero el trabajo de ésta aún está lejos de terminar, pues también tiene que considerar que el hombre es interdependiente y es por esto que no podemos comprender al hombre sin dejar de contemplar el contexto, es decir, ningún ser humano puede ser comprendido sin conocer y entender el contexto del cual es parte.
Así mismo ningún ser humano es totalmente dependiente, mucho menos independiente, debido a que todos necesitamos de todos. Por lo tanto la Filosofía Gestalt debe de dirigirse a transformaciones en la consciencia, sentimientos, emociones y la relación del individuo con las demás personas y el mundo, sin olvidar que cada experiencia es única e irrepetible.
En este sentido vale la pena subrayar que para toda apuesta filosófica y aún más para una psicológica, la visión de ser humano determina su propia fundamentación, sus alcances y limitaciones. Esto quiere decir que dependiendo de la concepción de ser humano, un paradigma alcanza su propia definición.
Intentar definir la Filosofía Gestalt se torna complicado porque la filosofía misma pretende definir al ser humano, entonces ¿cómo la Gestalt puede crear una definición de ser humano?, sin embargo ya en este ensayo he trabajado la parte fundamental para hallar puntos que ayuden a encontrar dicha definición. He hablado de lo humano y de la relación que mantiene con la Filosofía Gestalt.
La Gestalt es flexible y posee capacidades infinitas; entiende la vida como un conjunto de relaciones interdependientes que son parte de procesos con principio y fin, en la cual, la conciencia -el darse cuenta-, guía los pasos hacia la trascendencia contactando con las emociones e integrando un todo.
El ser humano durante toda su vida lleva a cabo series innumerables de procesos, desde biológicos, psicológicos y sociales:
Desde el aspecto biológico por ejemplo se puede citar la respiración, la alimentación, el sueño, la circulación sanguínea, entre otros.
Contemplando aspectos psicológicos se enumeran los procesos de duelo o separación y el transitar de todas las etapas del desarrollo, etcétera.
Considerando los aspectos sociales pueden ser Dialéctica de Hegel, o de Marx según se prefiera el idealismo o el materialismo respectivamente;
Y en todos los casos, siempre hay un inicio y un fin.
Así como la filosofía de la India, busca la plenitud y la describe como un estado transcendente libre de sufrimiento y de la existencia fenoménica individual, para la Filosofía Gestalt, el estado idóneo, consistiría en reconquistar la naturaleza primaria, en la cual se vive el aquí y el ahora, no el pasado, ni el futuro, pues la persona no sería consciente de lo que le está pasando, ni estaría viviendo sino sobreviviendo. La Filosofía Gestalt busca que la persona alcance su plenitud.
Por consiguiente intento definir la Filosofía Gestalt como una Doctrina filosófica que favorece el cierre de los procesos biopsicosociales del ser humano por medio de la internalización de valores, vivenciando lo obvio del aquí y el ahora para promover su darse cuenta.
Por lo tanto: “El hombre es Gestalt”.
El hombre pleno es Gestalt, por que se responsabiliza de su propia existencia, es consciente de ella y “es”.
En este contexto globalizado, donde la desvirtualización, la desindividualización y el enajenamiento desprenden al ser humano de su más íntimo, primordial motivo y fin último -la felicidad-, es imprescindible la intervención de una Filosofía que ayude al ser humano a encontrar su propio sentido de existencia y trascendencia manteniendo contacto consigo mismo y con sus semejantes.
Finalmente, no hay que olvidar que la felicidad es un estado pasajero que consiste en una actitud mental que el hombre puede asumir conscientemente, es decir es una decisión.
Hola, que gran articulo! Es OBVIO que tienes claridad de proposito:) Encuentro mi proposito dentro del Sanatan Dharma, y pienso que la gestalt puede ser fundamental en el proceso y muy importante para superar algunas de las barreras del camino hacia la UNION (Yoga). Saludos desde Colombia.
Muchas gracias. Me sirvió para mi tarea de maestría.