La actualización de la experiencia traumática desde la Psicoterapia Gestalt

Por: Viviana Valdes Teja.

Resumen.

Recientemente el tema del trauma ha cobrado gran relevancia en el terreno psicoterapéutico, y como sucede con todos los fenómenos humanos está abierto a múltiples interpretaciones, perspectivas y propuestas de trabajo, algunas complementarias y otras incluso contradictorias.

Desde la Psicoterapia Gestalt también ha habido aproximaciones que buscan abordar esta problemática poniendo énfasis en los referentes teóricos y la perspectiva de campo que la caracterizan. Por ejemplo contamos con la propuesta de Ivana Vidakovic sobre el tratamiento del trauma publicado en el libro “Terapia Gestalt en la práctica clínica. De la psicopatología a la estética del contacto” Editado por Gianni Francesetti (2013).

Algo que admiro del enfoque Gestalt es su flexibilidad y apertura a la diferencia, así como su confianza en la novedad como fuente de crecimiento, lo cual nos permite tener puntos de vista diversos sobre los mismos temas sin anularnos ni dejar de ser Gestaltistas. Los mismos Perls, Hefferline y Goodman nos lo recuerdan cuando dicen: “Aceptamos sencillamente como enfoques poderosos un buen número de teorías y técnicas distintas: son válidas en la totalidad del campo, y aunque puedan parecer incompatibles a sus distintos partidarios, deben ser, sin embargo, compatibles si se deja que surja entre ellas la síntesis mediante la aceptación y el conflicto libre” (PHG, 2006, p.28)

En ese sentido, me parece interesante ofrecer otra mirada sobre Trauma que comparte algunos aspectos con la que plantea Vidakovic (en Francesetti, 2013) y se distingue de otros. Este punto de vista proviene de un diálogo interdisciplinario de la psicoterapia Gestalt con las propuestas del neurocientífico Stephen Porges y del psicólogo y biofísico Peter Levine, que si bien están centradas el en el organismo y el funcionamiento del Sistema Nervioso Autónomo, más que en el campo, considero que pueden enriquecer enormemente nuestra mirada y nuestro trabajo terapéutico.

La teoría polivagal de Stephen Porges, nos permite tener una comprensión mucho más amplia no sólo del Sistema Nervioso Autónomo sino de nuestra compleja relación con el entorno a partir de la neurocepción, proceso por el cual evaluamos el riesgo sin necesidad de la consciencia (Porges, 2018).

Por otro lado, el trabajo de Peter Levine para la resolución psicobiológica del trauma, tiene una enorme coincidencia con la óptica gestáltica, sobre todo en la relevancia que se le da al aspecto vivencial del proceso terapéutico, y a la importancia de completar respuestas o cerrar Gestalts. A partir de esos marcos teóricos y terapéuticos, hago una especie de traducción gestáltica, complementando algunos aspectos que pueden ser enriquecedores para trabajar con el trauma desde una aproximación Gestalt.

1. Hacia una definición de trauma desde la perspectiva Gestalt.

Hay diversas definiciones sobre trauma, la mayoría de ellas coinciden en referirse a una experiencia que resulta amenazante, que genera un miedo muy intenso y ante la cual somos incapaces de responder.

El DSM-IV “define trauma como una exposición personal directa o indirecta a una amenaza de muerte real o potencial, o amenazas a la integridad física o personal, e implica miedo intenso, una sensación de incapacidad para ejercer el control” (Vázquez Bandín, en Francesetti et.al. 2013)

Peter Levine dice que el trauma no está en el evento sino en el sistema nervioso, considera que “el trauma ocurre cuando el organismo es forzado más allá de su capacidad adaptativa para regular estados de excitación. El sistema nervioso (traumatizado) se desorganiza, colapsa y no logra reajustarse. Esto se manifiesta en una fijación global, en una pérdida fundamental en la capacidad rítmica de autorregular la excitación, orientarse, estar en el presente y fluir en la vida”.

Por su lado, Ivana Vidakovic (2013), desde una mirada gestáltica, considera que el trauma puede ser visto como “experiencias incompletas, gestalts fijas y la incapacidad para desconectar que interfieren con las experiencias nuevas; y hace alusión al Perls Hefferline y Goodman para describir cómo estas situaciones inconclusas del pasado, acompañadas de sentimientos no expresados ni totalmente experimentados o descargados obstruyen nuestro awareness centrado en el presente y el contacto auténtico con los otros.

Mi propuesta, retoma la perspectiva de campo, y pone el foco en la situación entendida como “la interacción dinámica del ser humano y su entorno” (Wollants, 2015), en donde de manera simultánea soy afectado por el ambiente y lo afecto en una mutua implicación.

En este sentido, propongo hablar de trauma como una situación de urgencia de alta intensidad (o una situación crónica de baja intensidad) que implica un entorno que se convierte en una amenaza a la vida o a la integridad del organismo y en una novedad inasimilable; donde la falta de auto-apoyo y apoyo ambiental impiden que el organismo pueda hacer los ajustes creativos necesarios para responder a la situación (luchar o huir) y por lo tanto, para liberar la excitación generada por su cuerpo.

Esta experiencia deja en el campo una gestalt incompleta, afecta el nivel de awareness, el nivel de excitación, el proceso de autorregulación y la relación con otros.

La situación traumática conlleva memorias implícitas y explícitas que aparecen como “situaciones
inacabadas en el pasado que se mantienen inacabadas en el presente y cada vez que hay bastante tensión acumulada en el organismo (…) hay un nuevo intento de encontrar una solución. (PHG, 2006, p. 86).

Por otro lado, la experiencia traumática del pasado también se hace presente cuando la afordancia del entorno es percibida como amenazante, y entonces el organismo vuelve a despertar todas las respuestas fisiológicas de alerta para luchar o huir, aunque la situación actual no lo requiera, convirtiéndose así en patrones relacionales o formas fijas desactualizadas.

La intención es que esta situación traumática encuentre una nueva afordancia en el encuentro terapéutico donde se pueda generar una neurocepción de seguridad para poder actualizar la experiencia y completar las respuestas incompletas. Buscamos que “se pongan en juego las memorias de los contactos que buscan en el aquí y ahora una nueva y buena forma de contacto” (Francesetti, 2007).

2. Efectos del trauma desde la mirada Gestalt.

2.1 Implicaciones sobre el proceso de autorregulación.

La Gestalt siempre le ha dado un lugar muy relevante al proceso de autorregulación organísmica entendida como “la conciencia espontánea de la necesidad dominante y su organización de las funciones de contacto” (PHG, 2006 p.64).

En el organismo suceden simultáneamente un gran número de procesos autorregulatorios, sin embargo, cuando nos enfocamos en el trabajo con trauma el proceso de autorregulación que más nos interesa es el del Sistema Nervioso Autónomo (SNA) y para el trabajo terapéutico es fundamental conocer su funcionamiento. Actualmente la referencia principal para comprender la complejidad de este sistema es la teoría polivagal desarrollada por Stephen Porges (2018).

“El cometido del sistema nervioso autónomo es garantizar nuestra sobrevivencia en momentos de peligro y nuestro crecimiento en momentos de seguridad” (Dana, 2019, p. 17) Lleva este nombre porque su regulación se da de un modo “autónomo”.

Tradicionalmente este sistema se había dividido en Sistema Nervioso Simpático (SNS) y Sistema Nervoso Parasimpático (SNP) y se percibía de manera antagónica. El primero enfocado en aumentar la actividad y prepararnos para enfrentar emergencias o amenazas a través de la lucha o huida, lo cual consigue aumentando la frecuencia cardiaca, desplegando la sangre hacia los músculos para facilitar la movilidad, dilatando las pupilas, etc. El segundo, por su parte, asociado con el descanso, la distención y la conservación de la energía, esto al liberar la tensión muscular, disminuir la frecuencia cardiaca, ayudar a la digestión, etc.

Ahora bien, los recientes descubrimientos de Porges han dejado ver que este sistema ha evolucionado y se ha complejizado en el tiempo desde los reptiles hasta los mamíferos ampliando y jerarquizando nuestras respuestas ante el peligro y “favoreciendo el comportamiento social y la regulación emocional cuando se siente en un entorno seguro” (Porges, 2018, p. 57)

El legado más antiguo con el que contamos es la rama vago dorsal del SNP, que nos protege a través de la inmovilización, cerrando los sistemas corporales para conservar la energía, es el estado que podemos reconocer como congelamiento. Posteriormente apareció el SNS que nos dio la posibilidad de la sobrevivencia a través del movimiento, y la capacidad de involucrarse a través de la lucha o de evitar activamente el peligro a través de la huida. Finalmente hace 200 millones de años apareció otra rama del SNP que es el vago ventral asociado con el involucramiento social y la co-regulación que fomenta los sentimientos de seguridad y conexión. (Dana, 2019)

Como mencioné previamente “los sistemas nerviosos están sincronizados para determinar el riesgo potencial del entorno a través de un proceso inconsciente de evaluación de la seguridad del entorno que Porges llama “neurocepción” (2018).

Así entonces, de manera general, cuando hay algún peligro “uno primero mira a otros buscando contactar con sus rostros y voces y comunicar las sensaciones propias para asegurar la seguridad colectiva. Esto se denomina comportamiento de vinculación (…) y si alguien de su propio grupo lo está amenazando, puede primero intentar “hacerse el bueno” antes de recurrir a la lucha o huida” (Levine, 2013, p.135)

Cuando la respuesta del vago ventral que busca la conexión y el vínculo no resuelven la situación amenazante, entonces entra el SNS movilizando nuestra energía para luchar o huir; y si la muerte parece inminente, se conecta el sistema más antiguo del vago dorsal para llevarnos a la inmovilidad, el apagado y la disociación” como última alternativa de sobrevivencia. A esta forma escalonada de respuestas vago ventral-sistema nervioso simpático-vago dorsal se le ha llamado “jerarquía de fallas” (Dana, 2019).

Cuando los animales entran en el estado de congelamiento e inmovilidad tienen un mecanismo de recuperación con temblores involuntarios y respiraciones muy profundas que les permiten descargar la energía no utilizada y recuperar la movilidad, pero nosotros los seres humanos tenemos problemaspara volver a la normalidad después de atravesar ese estado y deja secuelas en el campo organismo-entrono. (Levine, 2012)

Puede ser que la persona se quede hiperactivada o hipoactivada. La hiperactividad del SNS puede manifestarse en rabia, manía, hiperactividad, ataques de pánico, ansiedad, hipervigilancia, sobresalto, pesadillas, fobias, etc.

La hipoactividad que sería la activación del Sistema Vago Dorsal (SVD) se puede manifestar en forma de depresión, desconexión, apatía, agotamiento, disociación, problemas digestivos y puede haber casos de ansiedad subyacente a depresión, colapso y rigidez, falta de presencia pero actividad.

Esto es muy importante tenerlo presente porque si llega a nuestro consultorio alguien que no logra conectar con nosotros, donde persiste una desconfianza y nuestras muestras de interés o empatía no resuenan en el otro, podemos saber, de entrada, que su sistema vago ventral debe estar comprometido y habrá que trabajar para hacerlo disponible nuevamente descongelando y desactivando el vago dorsal.

Por otro lado, si un consultante llega con una continua actitud defensiva y confrontativa que replica en su entorno cotidiano, puede ser que haya una respuesta de lucha interrumpida tratando de completarse. De la misma forma si hay alguien que constantemente evita el contacto, busca la puerta, o “huye” del encuentro, puede ser que haga falta completar una respuesta de huida.

La buena noticia es que la co-regulación es parte biológica y fundamental de nuestra relacionalidad, así que con el conocimiento adecuado, podemos trabajar sobre “la modulación de nuestra presencia en la frontera” (Francesetti, 2007, p. 71) para poder ayudar a que se recupere la conexión y la fluidez del sistema nervioso que nos permite autorregulación del campo.

2.2. Efectos en el completamiento de la Gestalt.

Uno de los aspectos clave de las experiencias traumáticas es que deja abierta una Gestalt y una respuesta incompleta que constantemente va a buscar la forma de completarse, ya sea a través de sueños o pesadillas, de comportamientos repetitivos y compulsivos, de conductas compensatorias (conductas adictivas, atracción a situaciones peligrosas, comportamiento sexual aumentado o disminuido, etc. ) o de patrones relacionales.

Lo que me parece fundamental subrayar es que se trata, en primer lugar, de una respuesta motriz, es decir que involucra movimientos físicos y corporales y que principalmente están orientados a defenderse, alejarse o protegerse, puede ser a través de la lucha, la huida o la búsqueda de protección de otro.

Los micromovimientos del cuerpo y los gestos que acompañan la narrativa del cliente muchas veces nos dan la pauta de dónde se encuentra esa posible respuesta incompleta.

2.3 Efectos en el nivel de excitación.

La excitación es un concepto que plantea Perls en Yo, Hambre y Agresión (1942), para referirse a la energía que creamos, la cual implica un metabolismo aumentado, un aumento de la actividad del corazón, pulso acelerado, respiración incrementada, la cual se produce en situaciones que requieren una cantidad extraordinaria de actividad (en su mayor parte motora). (Perls, en D´Acri, et al, 2015).

Como hemos visto, si nos enfrentamos a una amenaza, nuestro cuerpo produce una cantidad enorme de energía como preparación para enfrentar la situación, ya sea luchando o huyendo. Cuando estas respuestas se ven interrumpidas o imposibilitadas toda esa energía se queda atrapada en el cuerpo, haciendo diferentes esfuerzos por salir y dejando una hiperexitación. Y al mismo tiempo, el organismo utiliza parte de la energía vital para tratar de detener esa energía, ya que después del evento deja de estar dentro del contexto para la cual se generó y ya no es oportuna. De esta manera se generan dos fuerzas energéticas opuestas en pugna: una que quiere descargarse y otra que quiere contener y controlar dicha energía.

Esto puede generar diversas dificultades en varios ámbitos; así como traducirse en ansiedad, respuestas impulsivas, ataques de pánico y ansiedad, y diversos síntomas o síndromes como migraña, fibriomialgia, lupus, fatiga crónica, y otros más cuya etiología generalmente no es muy clara y difícilmente llegan a asociar con experiencias traumáticas.

2.4 Efectos en la dinámica figura-fondo.

Otro de los aspectos que se ven afectados en la experiencia traumática es el dinamismo de la relación figura-fondo. Puede ser que genere una forma fija (un recuerdo recurrente, una emoción constante de miedo o un patrón de comportamiento repetitivo) y que por lo tanto “la atención se estreche y la persona no sea capaz de ampliar su campo perceptivo para permitir que otros aspectos de la vida se conviertan en figura” (Avery en Vidakovic, 2013) También puede suceder que haya un fondo empobrecido que le impida a la persona ver alternativas o nuevas posibilidades a su situación actual.

Las repercusiones en la dinámica figura fondo también pueden ser más complejas ya que la configuración de la Gestalt que generalmente es flexible y fluida puede verse rigidizada de dos formas principales, ya sea generando sobreacomplamientos o subacomplamientos.

Para explicarlas voy a retomar la propuesta de Peter Levine que es quién ha desarrollado esta teoría. “El sobreacomplamiento es un patrón o secuencia fija de dos o más elementos de la experiencia en una situación determinada. Es el resultado de la asociación rápida entre sí de dos o más elementos de la experiencia son elección. De esta forma los elementos quedan entrelazados y sobre-asociados” (SETI, 2015).

Así por ejemplo puede ser que una persona que vivió una experiencia traumática asocie una imagen auditiva (sonido) con un terror inmenso, o un recuerdo con un comportamiento repetitivo. De esta manera se genera una forma fija que se deja una sensación de estar atrapado en la experiencia pasada y “nos hace vivir de manera limitada y repetitiva reduciendo las posibilidades de respuesta y descontando las nuevas afordancias que puede haber en entornos diferentes” (Valdés, 2007, p. 113).

Por su parte, el subacomplammiento es “una disociación, o una falta de conexión coherente entre los elementos de la experiencia, o también puede ser vista como una desensibilización generalizada o específica. Los elementos están en el fondo pero de manera disociado, o inaccesible” (SETI, 2015). Para ilustrar esta configuración tenemos los casos donde no hay recuerdo de la experiencia o de fragmentos de la experiencia, o tengo el recuerdo pero no tengo ninguna emoción al respecto.

2.5 Efectos en el auto-apoyo y apoyo ambiental.

El tema del apoyo es un eje central de la psicoterapia Gestalt, lo interesante es que aunque es tan importante no se ha hecho un desarrollo teórico tan profundo sobre el tema. En su momento Perls y Laura Perls reflexionaron sobre el apoyo, y más recientemente Wollants y Lynne Jacobs abordan el concepto.

Para Perls, en un inicio lo más importante era promover el autoapoyo y demasiado apoyo ambiental era símbolo de inmadurez. Poco a poco se ha ido cuestionando esta idea y se ha visto la importancia del apoyo ambiental, a mi parecer invalidando en ocasiones la importancia del auto-apoyo por ser una idea más individualista y menos relacional. Sin embargo al trabajar con trauma vamos a darle igual importancia al apoyo ambiental como al auto-apoyo.

Una de las definiciones de apoyo que plantea Wollants (2015) es “todo aquello que facilita la asimilación en curso y la integración de la experiencia de una persona” y para Lynne Jacobs (2007) “el apoyo es el paso hacia la reorganización de la experiencia, aquello que habilita que la persona pueda hacer algo, la plataforma que empodera”.

Y justamente cuando hay una experiencia traumática, no hay una posibilidad de asimilar la novedad ni integrar la experiencia y tampoco la persona logra hacer algún ajuste creativo, lo cual lo deja desempoderado.

En la situación traumática se percibe el entorno como una amenaza y pocas veces se reconoce o se cuenta con un apoyo ambiental y la sensación de no contar con recursos personales hace sentir que no se cuenta con un auto-apoyo tampoco, lo cual deja a la persona con una sensación de mucha impotencia.

La consecuencia que puede llegar a haber después de una experiencia de trauma es que la persona deje de confiar en el entono como un posible apoyo y se vaya aislando y negando las posibilidades de ayuda; y que, por otro lado, comience a dudar de sus propios recursos como una posibilidad para auto-sostenerse y enfrentar la vida.

El mismo cuerpo se puede comenzar a vivir como amenazante por las sensaciones que trae y esto puede generar una disociación y falta de presencia que afecte su awareness y su relación con el entorno.

2.6 Efectos en las funciones del Self.

En términos del Self también hay una afectación importante que se puede manifestar de manera diferente en cada una de sus funciones.

“La función ello es el segundo plano dado, que se disuelve en posibilidades, incluyendo las excitaciones orgánicas, las situaciones inacabadas del pasado que se vuelven conscientes, el entorno vagamente percibido y los incipientes sentimientos que conectan al organismo con el entorno” (PHG, 2006, p. 195)

Podríamos decir que la función ello se puede ver afectada de dos formas: puede haber una hiperexitación e hipersensibilidad del mundo sensorial que resulte muy abrumadora, o también en una hipoexitación, desensibilización y desconexión con el cuerpo que puede ser muy desorientadora. Ambas acompañadas de una sensación de desconfianza en el entorno y en sí mismo, lo que dificulta reconocer la pulsión, deseo, apetito o necesidad presente.

Por otro lado, en cuanto a las situaciones inacabadas del pasado, cuando hay trauma puede estar muy presente el impulso de completar la respuesta de lucha o huida que despierta del fondo en diferentes contextos pero de manera inconsciente y también resultar confuso para la persona, ya que generalmente no lo asocian con el evento traumático.

La función yo es la que se encarga de las elecciones y rechazos, incluye el comportamiento motor, la agresión, la orientación y la manipulación (PHG, 2006 p. 196). Cuando hay trauma hay una pérdida de la función yo, lo cual significa “que la persona va hacer alguna cosa que parecerá una elección pero no lo será, pues el pasado se vuelve presente (Robine, 2011).

Así entonces habrá ocasiones en que nuestros rechazos sean automáticos para evitar cualquier cosa que recuerde la experiencia traumática, o puede haber casos en donde la haya una elección inconsciente de situaciones que nos vuelven a poner en riesgo.

También puede suceder que nuestro sentido de orientación se vea afectado y no podamos tener tanta claridad sobre el entorno para elegir y atender nuestras necesidades. Y en cuanto a la manipulación, puede suceder que automáticamente tendamos a luchar o huir en situaciones que no lo requieren. La sensación general puede ser de una dificultad en el proceso de elegir.

Finalmente la función personalidad, es la que convierte y asimila la experiencia, uniéndola con los resultados del crecimiento previo. Es “una función más estable porque en esta función van a grabarse e inscribirse la historia y la experiencia vivida. Es gracias a la función personalidad que puedo responder a la pregunta ¿quién soy yo? (Robine, 2011, p.34)

El trauma hace difícil que podamos asimilar la experiencia, esto puede generar dos respuestas asociadas a la función personalidad: que neguemos lo que sucedió y no lo integremos como parte de nuestro referente biográfico, o que nos sobre identifiquemos con la experiencia y nos definamos desde ahí, llegando a creer que la experiencia traumática es todo lo que somos, lo cual muchas veces nos fija en un lugar de víctimas o presas y se extiende a muchas otras situaciones.

3. El trabajo terapéutico con las experiencias traumáticas desde la Gestalt.

Nuestra primera y principal tarea para trabajar con experiencias traumáticas es cocrear una atmósfera de confianza, poder ser un entorno seguro y de contención, donde la neurocepción del cliente sienta que está fuera de peligro, esto es algo que se construye poco a poco, con cuidado y paciencia ya que muchas veces el cliente puede percibir casi cualquier entorno como amenazante.

A todo esto Peter Levine le llama preparar el contenedor o establecer un entorno de relativa seguridad. “Crear una atmósfera que transmita refugio, esperanza y posibilidad. (…) Con el centro sereno y seguro del terapeuta, la alerta relajada, la contención compasiva y la evidente paciencia, la angustia del cliente comienza a disminuir” (2013, p. 109)
Algunas cosas que pueden ayudar a construir este espacio de seguridad es un tono de voz suave y pausado, hacer una invitación a observar el espacio detenidamente para conocerlo, que pueda identificar donde se encuentran las ventanas y la puerta, que pueda elegir dónde sentarse y la distancia que necesita en relación a nosotros.

En la definición que propuse sobre trauma hice referencia a una situación de urgencia de alta intensidad, lo cual en el contexto del trauma significa una situación amenazante e inesperada, una novedad inasimilable que va mucho más allá de nuestras fronteras y ante lo cual no contamos con recursos para realizar un ajuste creativo y dar una respuesta de sobrevivencia.

Nuestro trabajo en este sentido es retomar esa novedad para que el cliente la pueda asimilar poco a poco; para ello vamos a recurrir a una de las principales herramientas de Experiencia Somática propuestas por Peter Levine que es la “titulación” que es un término que viene de la química y hace alusión a la regulación de las reacciones químicas entre dos elementos para evitar explosiones y en el contexto terapéutico se refiere a la graduación del proceso en la renegociación del trauma (Levine, 2013). La titulación nos invita a ir despacio, ralentizando y dosificando la experiencia para que no vuelva a ser abrumadora y retraumatice al consultante.

Para ello podemos fragmentar el evento en partes y comenzar por lo que pasó antes o pasó después antes de ir al momento de mayor amenaza para ir descargando paulatinamente la energía, otra forma de titular es dar tiempo y espacio para que la persona pueda rastrear y percibir su fondo corporal sentido y de esta forma poder identificar las respuestas incompletas. También titulamos a través de cuidar que las descargas emocionales y motrices puedan ser reguladas (lentas, despacio, sin grandes catarsis) y en awareness para no abrumar al sistema nervioso.

De esta manera cuidamos que la novedad pueda irse asimilando poco a poco y sea posible actualizar la experiencia.
Cuando se trata de una situación crónica de baja intensidad, que quizás ya no es novedosa por el hecho de ser repetitiva en la vida de la persona, no implica que la ha podido asimilar ni responder ante ello. Si la persona ha normalizado la experiencia, generalmente es porque está disociada o desensibilizada para soportar las sensaciones o emociones relacionadas. En este caso es importante ir poco a poco al cuerpo para que lo pueda recuperar como un lugar seguro y necesario para su relación con el entorno.

3.1 Trabajo con el proceso de autorregulación del SNA.

En un primer momento es importante compartirle al consultante la información sobre el funcionamiento del SNA para que pueda tener una referencia que le ayude a comprender y darle sentido a lo que le sucede, ya que muchas veces hay confusión, desesperación o vergüenza de no saber qué les pasa y porqué.

Paralelamente nuestra tarea, en conjunto con el cliente, es ir reconociendo el mapa personal de su SNA, es decir que pueda identificar las sensaciones y emociones, comportamientos y creencias cuando se encuentra en los distintos estados del SNA (vago ventral-simpático-vago dorsal). Poder observar si, de manera general se encuentra hiperactivado o hipoactivado.

Al ir trabajando con las diferentes experiencias traumáticas nuestra tarea será identificar las respuestas espontáneas del SNA del cliente al evocarlos para poder intervenir en cada caso en particular.

Si nos enfrentamos con una activación del vago dorsal, la tarea estará enfocada en ir descongelando poco a poco, movilizando las partes del cuerpo que sean posibles y trayendo a la persona al momento presente a través de la mirada y de una orientación exploratoria del entorno.

Si nos enfrentamos con una activación simpática, la atención estará puesta en el rastreo de las sensaciones y en los impulsos de movimiento, premovimiento o movimientos que nos puedan guiar hacia la descarga que necesita el cuerpo ya sea de lucha, huida o protección.

Si logramos establecer una conexión desde el vago ventral del cliente, le invitamos a reconocer las sensaciones agradables que representa y los cambios que genera en su autopercepción o la percepción de su entorno.

3.2 Trabajo con el completamiento de la Gestalt.

Lo anterior nos lleva a uno de los aspectos más importantes del trabajo con el trauma, completar las respuestas motrices incompletas. Esto implica que podamos acompañar a los clientes a reconocer la respuesta que está detenida en su cuerpo y que hubiera querido realizar en el momento del evento traumático.

La mayoría de las veces la sabiduría organísmica del cuerpo nos hace saber los movimientos que necesita realizar. Lo que es vital es que cuando lleve a cabo esos movimientos los haga muy despacio, como una cámara lenta para que el SNA pueda registrar que se completó una respuesta, es decir, hacerlo tituladamente.

Si se trata de traumas muy tempranos, puede ser que la persona esté muy desorientada o abrumada para identificar lo que hubiera querido hacer. En estos casos podemos hacer sugerencias de lo que podría hacer ella misma o de lo que otros podrían hacer por ella, para lo cual podemos hacer uso de la imaginación llevando a una persona que le de seguridad al evento para que pueda completar la respuesta o nosotros fungir como representantes de esa persona y también podría ser que desde nuestro rol de terapeutas ayudemos a completar esa respuesta de protección.

Cada cuerpo y cada experiencia es única y por lo tanto la forma de completar las respuestas también lo es, cuando estuve trabajando con personas que se vieron afectadas después del temblor que vivimos en México en 2017, hubo una persona cuya respuesta incompleta era taparse la cabeza, otros que su respuesta era empujar a las personas que iban bajando por la escalera y otros que necesitaban correr hacia un lugar seguro.

No obstante puede haber algunas propuestas para completar las respuestas de lucha o huida que se pueden generalizar; como por ejemplo con los brazos o la mandíbula y a veces las piernas.

Es importante evocar el contexto del evento traumático y al traerlo sentir en el cuerpo la respuesta que hubiera querido realizar. Se pueden dar golpes en cámara lenta con los brazos empuñados, movimientos con la mandíbula simulando mordidas, o dar patadas, todos los movimientos siempre lentos, también se puede trabajar en conjunto cliente y terapeuta para que el cliente pueda empujar con sus manos las manos del terapeuta, cuya tarea es ofrecer la resistencia necesaria para que la persona sienta que puede descargar y sentirse empoderada de haber podido generar una respuesta efectiva y triunfante. En su mayoría las respuestas de lucha tienen más energía y enojo, por lo que es importante darles tiempo y la resistencia necesaria a los movimientos para que pueda haber suficiente descarga.

Es asombroso ver cómo la sabiduría del cuerpo le dice a la persona cuando es suficiente o necesita más descarga, y esa en nuestra guía principal.

En cuanto a la huida las descargas generalizadas principalmente son con las piernas, puede ser sentados y levantando los talones alternadamente, imaginando una corrida intensa hacia un lugar seguro (Levine, 2012), o parándose lentamente y caminar hacia la puerta para salir del espacio y notar el cambio del ambiente.

Cuando hay un congelamiento generalmente preguntamos cuál es la parte del cuerpo que sí se puede mover o que se movería si pudiera moverse, eso poco a poco va permitiendo la recuperación de la movilidad y posteriormente surge la respuesta de lucha o huida que estaba debajo para darles seguimiento.

La intención en todos los casos, es actualizar la experiencia traumática con nuevos apoyos y recursos que allá y entonces no estuvieron disponibles. Considerando que actualmente contamos idealmente con un espacio seguro, una relación de mayor confianza y la conciencia de que ahora puede ser diferente. Hacemos uso de los recuerdos, la imaginación y la sabiduría del cuerpo para completar las respuestas tal y como el cliente hubiera querido hacerlo; y de esta forma, cerramos la Gestalt, actualizamos la experiencia y guardamos una nueva memoria en el cuerpo.

3.3. Trabajo con el nivel de excitación.

Al completar las respuestas que estaban incompletas consecuentemente se va a generar una descarga de energía que es la que estaba bloqueada en el cuerpo desde el evento traumático. Siguiendo la propuesta de Peter Levine (2013) es muy importante que esta descarga sea titulada, es decir dosificada, con movimientos lentos y mucha conciencia y atención en el cuerpo para que pueda haber conciencia de los cambios.

Si hiciéramos movimientos de descarga catárticos, exagerados o muy rápidos, no habría la misma conciencia y registro de las diferencias y las nuevas memorias corporales, y también correríamos el riesgo de que el sistema nervioso se vuelva a sentir abrumado y el cliente se retraumatice.

“Al salir de la inmovilidad, ocurre un proceso fisiológico particular: se experimentan olas de temblor, estremecimiento involuntarios seguidas por cambios espontáneos en la respiración –de apretada a profunda y relajada” (Levine, 2013, p. 126) Estos procesos fisiológicos nos dan cuenta no sólo de que están bajando los niveles de hiperexcitación-ansiedad, sino que el sistema parasimpático en su rama vago ventral está ayudando a recuperar la seguridad del cuerpo.

Cuando la energía atrapada logra liberarse muchas veces hay una sensación de cansancio profundo por el esfuerzo de contenerla tanto tiempo, es un momento importante para que la persona descanse y relaje todo su cuerpo, un momento que puede acompañarse en silencio y sin necesidad de hacer nada. Poco a poco la persona irá sintiendo la diferencia en su cuerpo y posteriormente llegará el impulso de reincorporarse con mayor energía y mayor awareness del campo.

Un aspecto que me parece maravilloso cuando la energía del trauma se desbloquea es que entonces la energía vital deja de estar comprometida, nuestros niveles de excitación se van regulando de forma que están disponibles para el contacto y podemos contar con ella para ir al entorno y a la vida nuevamente.

3.4 Trabajo con la dinámica figura-fondo.

Como hemos visto, la dinámica figura-fondo se ve afectada de dos formas principalmente, generando una forma fija, la cual puede tener distintas variantes como imágenes recurrentes, conductas repetitivas, patrones relacionales; y un fondo corporal muy empobrecido. En este sentido nuestra tarea es por un lado recuperar la movilidad figura-fondo y ampliar el fondo corporal.

Para hacer este trabajo tomo prestada como herramienta otras de las grandes propuestas de Peter Levine que es la “Pendulación” (2013), que se refiere a la posibilidad de oscilar entre la expansión y la contracción, entre lo agradable y lo desagradable, entre el vórtice del trauma y el contravórtice, entre la figura y el fondo.

La pendulación nos permite “mover el estado de conciencia propio entre las regiones de relativa comodidad y las de incomodidad y angustia, este cambio evoca una de las reconexiones más importantes con la sabiduría innata del cuerpo: la experiencia de oscilación, el ritmo natural restaurador de contracción y expansión que nos informa que todo lo que sentimos está limitado en el tiempo…que el sufrimiento no durará para siempre” (Levine, 2013, p. 113).

Normalmente estamos acostumbrados a permitir que la figura emerja y quedarnos con la o las figuras emergentes a lo largo de la sesión siguiendo el proceso del cliente que surge del encuentro. En el caso del trabajo con el trauma promovemos propositivamente el movimiento de la atención entre la figura y el fondo. Es decir, si una persona está hablando de la gran incomodidad que siente en el pecho la cuál comienza a ser abrumadora, le pedimos que busque otra zona de su cuerpo donde perciba mayor neutralidad o un estado menos desagradable. Este cambio de figura permite que la experiencia no sea tan intensa y que la persona pueda volver de nuevo a la sensación desagradable con más confianza de saber que no es lo único presente en su experiencia.

De la misma forma podemos trabajar con la dinámica figura fondo, buscando una experiencia opuesta de su historia de trauma donde sí le fue posible dar una respuesta, así por ejemplo si el consultante está hablando de una vivencia traumática en la que no pudo poner límites y quedó paralizado, antes de profundizar en esa experiencia, podemos explorar si en su historia ha habido alguna vez que ha logrado poner límites aunque sea en un contexto diferente, de esta forma podrá ampliar su perspectiva de sí mismo, despertar una memoria corporal empoderadora y que se convierta en un recurso para volver a explorar la figura original donde no pudo poner límites. De esta manera podrá verse más seguro de sí mismo para encontrar la respuesta que hubiera querido realizar en ese momento.

En muchas ocasiones los clientes con experiencias de trauma se quedan con imágenes visuales, auditivas, táctiles, etc. fijas, las cuales no pueden dejar de evocar sumando el malestar que dichas imágenes conllevan. En estos casos la manera de flexibilizar la forma fija es pidiendo al cliente que pueda describir qué otras cosas de la periferia de la situación había presentes. Esto ayuda a que la atención se desfije y el fondo empiece a movilizarse.

Por ejemplo puede ser que una persona sólo recuerde el rostro de la persona que lo asaltó y entonces podamos preguntar qué recuerda que llevaba puesto, qué hora del día era, qué había en la habitación donde sucedieron las cosas y eso poco a poco va a ampliar la percepción y recuperar la posibilidad de movimiento de su atención.

Finalmente también podemos trabajar con los sobreacomplamientos buscando la forma de desacoplar los elementos sobreasociados, dando espacio para sentir cada elemento de la experiencia de manera independiente y con los subacomplamientos construyendo conexiones con los elementos disociados al nombrarlos o traerlos del fondo, incluir otros elementos de la experiencia para enriquecer la vivencia.

3.5 Trabajo con el auto-apoyo y apoyo ambiental.

Si siempre hemos considerado el apoyo como fundamental para el trabajo terapéutico en el enfoque Gestalt, cuando se trata del trabajo con trauma, este aspecto cobra aún más relevancia. No sólo nos referimos al apoyo del entorno que podemos ofrecer a nuestros clientes como una nueva afordancia en la situación terapéutica, sino sobre todo al auto-apoyo, ya que una experiencia traumática deja a las personas muchas veces desempoderadas, con una sensación de impotencia en varias ocasiones acompañada de vergüenza o culpa de no haber podido responder de manera diferente. Por ello es tan importante restaurar el auto-apoyo para recuperar la confianza en sí mismos, así como el apoyo ambiental para recuperar la confianza en el entorno.

Para muchas de las personas que vivieron una experiencia traumática les es muy difícil mirar los recursos internos y externos que tienen en su vida, por ello es de vital importancia comenzar a reconocer los recursos más básicos o sencillos que puedan generar un bienestar en el cliente por mínimo que sea, esto poco a poco, les regresa la posibilidad de orientarse al entorno desde la curiosidad, confianza y la esperanza.

Como parte del trabajo con trauma desarrollé la propuesta de tres tipos de apoyo muy específicos que nos pueden dar claridad sobre las áreas donde podemos intervenir.

a) El apoyo del mundo.

b) El apoyo del contexto temático.

c) El apoyo de la situación terapéutica.

El apoyo del mundo se refiere a cualquier aspecto de la vida del cliente que represente un bienestar, que genere seguridad, tranquilidad o alegría. Pueden ser recuerdos de algún viaje, espacios de la naturaleza, creencias religiosas o espirituales, mascotas, hobbies, relaciones interpersonales, alimentos, etc.

Antes de trabajar con un cliente con experiencia de trauma es muy importante conocer sus apoyos del mundo, de esta forma podremos conocer qué tan apoyado se percibe y con cuántos recursos contamos para poder integrar en el trabajo en el caso de que sea necesario acompañar a la persona de una experiencia muy abrumadora a una experiencia más tranquilizante. En ocasiones en que la persona puede estar muy activada con el recuerdo traumático, el mero hecho de pedirle que piense en su lugar de la naturaleza favorito puede ayudar a titular y regular la activación.

El apoyo del contexto temático, se refiere a cualquier clase de recurso, ya sean objetos, personas reales o imaginarias que podrían ser un apoyo para actualizar la experiencia traumática. Por ejemplo hubiera querido que mi papá estuviera presente en ese momento para detener a mi tío. Aunque los hechos fueron como fueron, la posibilidad de imaginar que su padre efectivamente fue a detener a su tío puede generar en el cuerpo una respuesta liberadora y grabar una nueva memoria corporal. Cuando la persona no cuenta con referencias disponibles dentro del contexto temático podemos sugerirle que traiga a alguien que quizás ya no está presente pero fue importante en su historia, o en un caso extremo podemos proponer que sea él mismo cómo adulto apoyándolo como le hubiera gustado que le apoyaran.

Ahora bien, hablando de los objetos, podría ser que le hubiera gustado contar con un arma para defenderse y el hecho de imaginarla y utilizarla haciendo los movimientos necesarios permitirían completar la respuesta y realizar la descarga pendiente. He tenido casos en los que imaginan un bate, una pistola o una botella de vidrio, etc.

Finalmente el apoyo de la situación terapéutica puede ser el entorno físico del consultorio o de la habitación de la persona, si estamos trabajando en línea, como por ejemplo una ventana o un adorno del consultorio que le resulte agradable al cliente y que nos ayude en un momento dado a traer a la persona al momento presente y a pendular en caso de que la memoria del trauma esté siendo muy intensa. Y por supuesto, que puede ser también la relación terapéutica. Tan solo nuestra presencia amorosa y regulada es un apoyo fundamental en el proceso de co-regulación.

Por otro lado, hay ocasiones en que nuestra participación activa en la actualización del evento traumático pueda ayudar a completar una respuesta de protección o de compañía, ya que puede haber casos de experiencias que se vivieron de manera muy solitaria o puede tratarse de traumas tempranos donde no había un adulto presente para intervenir y generar la respuesta de protección necesaria para el niño de aquél entonces. En casos como esos nosotros podemos hacer los movimientos necesarios que hizo falta completar para la protección de la persona. Esto puede ser posible a través de una mirada, de contacto físico respetuoso y previamente consensuado, o de alguna acción específica como parte de las respuestas incompletas que el entorno no pudo dar.

Cuando trabajamos con trauma, se dice que trabajamos en el tiempo de los sueños, donde todo lo que necesitemos es posible y está disponible para nosotros, lo cual reconfigura la idea de que no se puedo hacer nada allá y entonces. Si por alguna razón la persona cuestiona la propuesta diciendo que no es verdad y que en realidad eso no cambia lo que sucedió, podemos explicar que efectivamente no estamos cambiando los hechos pero si su memoria corporal sobre los hechos y eso hará una enorme diferencia en su experiencia de vida.

3.6. Trabajo con las funciones del Sef.

Por ultimo voy a reflexionar sobre nuestro trabajo en las funciones del self, el cual es igualmente relevante que todas las tareas que hemos mencionado y cada función requiere una aproximación e intervención terapéutica diferente.

En cuanto a la función ello es muy importanante recuperar el cuerpo como la vía para acceder a la dominancia del campo y así poder satisfacer la necesidad pendiente y posteriormente las necesidades presentes.

Para lograrlo es importante que la persona aprenda a reconocer y sentir su cuerpo y para ello contamos con la herramienta del rastreo de sensaciones propuesta por Peter Levine (2013) a la que he preferido nombrar rastreo del fondo corporal y el cual nos permite explorar con tiempo, espacio y awareness los diferentes elementos de la experiencia que ha propuesto Peter Levine: Sensaciones, Imágenes, Comportamientos, Afectos, Significados (SICAS) (Levine 2013, p. 180) y yo añadiría la Resonancia del Entorno.

Si queremos rastrear el fondo corporal es importante ser curioso de las sensaciones, su ubicación, su cualidad, su movimiento o sus cambios y su relación con los otros elementos de la experiencia tales como imágenes, emociones y micro o macro comportamientos.

Ahora bien, es importante identificar si la persona esta hiper o hipoactivada, ya que eso marcará una diferencia en la forma de trabajar con esta función.

Si el cliente se encuentra hiperactivado eso quiere decir que sus sensaciones son intensas y abrumadoras, tanto que es difícil identificar la pulsión o la necesidad por la cantidad de información, el cuerpo se vive como un lugar amenazante por tantas sensaciones y emociones sin sentido, por ello en este caso es necesario enseñar a la persona a regular la intensidad de las emociones y a descubrir en su cuerpo lugares más neutrales o tranquilos que le permitan quedarse un poco más en el cuerpo. Esto es, aprender a sentir las sensaciones y notar cómo van cambiando cuando les damos espacio y vamos apoyando al cuerpo en las descargas que emerjan.

Si el cliente se encuentra hipoactivado será cómo estar con una persona desensibilizada o desconectada del cuerpo, posiblemente con mucha actividad mental y pocos referentes corporales. En estos casos nuestra tarea es batir el ello, y comenzar a sensibilizar poco a poco a través del tacto de diferentes texturas, de las sensaciones que se pueden despertar a partir de diferentes posturas distancias o imágenes. Es como ir despertando al cuerpo poco a poco para volver a sensibilizarse, generalmente es un proceso lento que requiere de mucha paciencia para que la persona pueda volver a acceder a la información de su fondo corporal.

Una vez que podemos rastrear el fondo corporal con más confianza y regulación entonces el trabajo con la función ello es permitir que la pulsión de la respuesta incompleta y la necesidad pendiente puedan emerger y convertirse en la figura principal.

Ahora bien, la función yo es una de las más afectadas cuando se trata de una experiencia traumática ya que la persona no tuvo el tiempo, los recursos o la posibilidad de elegir y responder como hubiera querido, por lo tanto hay una pérdida de esta función que se expresa a través de elecciones automáticas o de la búsqueda de que otros decidan por él.

En este sentido, nuestro trabajo es ofrecer las mayores oportunidades posibles para que el cliente pueda elegir durante todo el proceso lo que es mejor para él. Desde el lugar en el que quiere sentarse, la distancia que le es conveniente respecto a nosotros, la vista que quiere tener, las posibilidades de sostener una sensación incómoda o desagradable, los movimientos que hubiera querido realizar en el evento traumático, etc. De esta manera estamos actualizando su experiencia y ejercitando su función yo al darle tiempo de orientarse y elegir o rechazar constantemente desde un nuevo lugar.

Finalmente el trabajo con la función personalidad también es igual de importante y la aproximación será distinta si se trata de una negación de la experiencia acompañada de una serie de síntomas que no les permiten relacionarse satisfactoriamente con el entorno o si hay una sobreidentificación con el evento traumático y lo viven como una sentencia de vida, lo cual les impide mirarse más allá de esa situación y reconocerse fuera del lugar de la víctima.

En el primer caso se trata poco a poco de asimilar e integrar la experiencia como parte de su historia y de la actualización como parte de sus nuevos recursos y posibilidades para ir al mundo; en el segundo caso, se trata de ayudar a la persona a mirar todo lo demás que también forma parte de su historia, de sus recursos y de sus referentes personales para que pueda salir de lugar de la víctima y pueda verse como una persona empoderada y fortalecida por la experiencia. De esta manera se va reconfigurando una nueva visión y significación de sí mismos y de la experiencia.

Conclusiones.

Como podemos ver hay muchas cosas de nuestro trabajo cotidiano como terapeutas Gestalt que está presente de la misma forma en el trabajo con trauma, sin embargo me parece relevante nombrar aquellos aspectos que haríamos diferentes.

Primero quisiera mencionar el cuidado extremo en regular y dosificar la experiencia y la intensidad de las sensaciones y emociones para no retraumatizar (titulación), en segundo lugar es fundamental el movimiento de la atención entre la figura y el fondo, entre lo agradable y lo desagradable, entre lo que no hubo y lo que si hay o sí ha habido (pendulación), y finalmente el lugar primordial del fondo corporal, en particular las sensaciones como guía de las respuestas motrices para completar las respuestas, liberar la energía y actualizar la experiencia.

En general considero que esta forma de trabajo puede ser de utilidad para todos los clientes y sobre todo ser muy oportuna y efectiva cuando se trata del trabajo con trauma.

Finalmente quiero expresar que me siento agradecida por la posibilidad de aprender e integrar tanto el enfoque Gestalt como el trabajo de Experiencia Somática que hoy me permiten generar esta síntesis como una propuesta para enriquecer nuestro trabajo y poder apoyar de más y mejores formas a nuestros clientes.

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